La última milla y el desafío de entregar los paquetes en plena Alerta Púrpura

Este verano, la Ciudad de México ha sido escenario de lluvias sin precedentes en las últimas cinco décadas. Según la Secretaría de Gestión Integral del Agua (SEGIAGUA), las precipitaciones acumuladas durante mayo, junio y julio superaron a los promedios históricos del periodo 1982–2024, y particularmente alarmantes en el sexto mes del año, que fue más lluvioso que el 75% de los junios más lluviosos en los registros.
Ante ello, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil activó la alerta púrpura; el máximo nivel del sistema de monitoreo climático de la Ciudad. Esto en diversas alcaldías, como la Cuauhtémoc, tras registrar 84 mm de lluvia en menos de dos horas.
Más allá del caos urbano en zonas críticas, hay una dimensión menos visible que enfrenta sus propias tensiones: la logística del comercio electrónico.
“Las lluvias no solo inundan las calles; afectan directamente a la operación logística en su totalidad, desde el transporte y los almacenes, hasta los servicios de última milla. En esta temporada, cumplir con una entrega no es una cuestión de velocidad, sino de adaptación, visibilidad y resiliencia. Ahí es donde la logística se pone a prueba”, afirma Ilan Epelbaum, director general de Mail Boxes Etc. México.
- Cuando el clima se convierte en un obstáculo logístico
En un ecosistema de consumo donde cada vez más personas hacen compras en línea, la capacidad de entrega en tiempo y forma cobra una relevancia crítica. Las afectaciones climáticas; sin embargo, alteran todos los eslabones de esa cadena: centros de distribución aislados por inundaciones, zonas sin acceso para transporte, cierres imprevistos de rutas y un incremento en los tiempos de tránsito que eleva costos y reduce satisfacción.
Dicho impacto se agrava cuando se combina con la sensibilidad del consumidor final, que espera trazabilidad, puntualidad y atención inmediata ante cualquier contratiempo. Las expectativas no disminuyen por el mal clima; al contrario, se intensifican.
Ante este entorno, Ilan Epelbaum explica que los modelos logísticos tradicionales ya no bastan. La figura del 4PL (Fourth Party Logistics) cobra protagonismo al integrar no solo transporte y distribución, sino planificación estratégica, tecnología, gestión de múltiples proveedores y control de procesos en tiempo real. Frente a fenómenos como las lluvias históricas, un 4PL permite a las empresas:
- Reconfigurar rutas en tiempo real ante cierres viales o inundaciones.
- Activar soluciones alternativas, como centros de entrega temporal y el uso de transporte e infraestructura propios para la entrega.
- Informar proactivamente al consumidor sobre cambios en su envío.
- Reducir pérdidas operativas y de reputación, gracias a una gestión integral y flexible.
Más que mover paquetes, un 4PL orquesta la logística como un todo, resolviendo escenarios complejos donde la incertidumbre —como las condiciones climáticas extremas— es parte del día a día.
“El clima extremo ya no es una excepción. Es parte del escenario operativo. Por eso, la logística debe evolucionar de la improvisación a la anticipación. Hoy más que nunca, no se trata solo de entregar rápido, sino de entregar bien, a pesar de todo”, concluye Epelbaum.
Este año ha puesto a prueba a todo el sector logístico. Las lluvias, lejos de ser un fenómeno aislado, se han convertido en un factor estructural que debe ser considerado en la planeación anual. La coyuntura climática de este 2025 ha evidenciado que la última milla no es un simple tramo final: es el eslabón más vulnerable, más visible y, al mismo tiempo, más estratégico de toda la cadena logística.