Asia redefinió el mapa logístico: ¿qué efectos tendrá en Latam?

En medio de la tensión generada por los aranceles de Estados Unidos y mientras muchas economías buscan estabilidad logística, Asia ha dado un paso para redibujar el comercio global. En mayo de 2025, China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) formalizaron una alianza trilateral.
Este nuevo marco de cooperación —que involucra economías con un PIB combinado cercano a los USD $25 mil millones y más de 2 mil millones de habitantes— tiene como objetivo reforzar la conectividad, modernizar corredores logísticos e impulsar acuerdos comerciales conjuntos. Entre sus pilares destaca el Acuerdo de Libre Comercio China–ASEAN versión 3.0 y el inicio de negociaciones para un tratado ASEAN–GCC.
“Este bloque de economías emergentes está reconfigurando la logística mundial. Para América Latina, significa que habrá nuevas opciones de conectividad y abastecimiento global, que deben ser anticipadas, no solo reaccionadas”, apunta Ilan Epelbaum, director general de Mail Boxes Etc. México.
- ¿Qué implica esto en la práctica?
Esta cooperación busca crear una plataforma logística y comercial sin precedentes entre Asia y Medio Oriente, basada en tres pilares: corredores físicos (marítimos y ferroviarios), infraestructura tecnológica de trazabilidad, y alineación regulatoria para acelerar el despacho transfronterizo.
Entre los compromisos más relevantes están el desarrollo de hubs regionales logísticos en puertos clave en Dubái), Malasia y China; la estandarización de plataformas digitales de comercio; y la integración gradual de marcos aduaneros y arancelarios que aceleren la liberación de mercancías.
Para América Latina, y particularmente para países con fuerte dependencia logística de Asia (como México, Brasil, Chile y Colombia), esto puede generar efectos en tres direcciones:
- Nuevas rutas marítimas indirectas: la existencia de nuevos hubs en Asia y Medio Oriente podría atraer cargas que actualmente cruzan directamente el Pacífico, abriendo paso a nuevas configuraciones logísticas.
- Mayor competencia para proveedores intermedios: al mejorar las capacidades de consolidación, almacenaje y trazabilidad, este bloque podría ofrecer condiciones más atractivas.
- Cambios en tiempos y tarifas logísticas: dependiendo de los acuerdos bilaterales que se deriven con países de América Latina, se podrían generar condiciones preferenciales o desafíos adicionales en términos de despacho, fiscalización o clasificación aduanera.
“La logística, ahora, se define por acuerdos, infraestructura digital y capacidad de adaptarse a bloques que actúan con velocidad estratégica”, explica Ilan Epelbaum. “Si Latinoamérica quiere integrarse a esta nueva arquitectura comercial, necesita no solo mejores puertos o rutas, sino una visión más proactiva en materia logística”.
El nuevo bloque China–ASEAN–GCC no es simplemente una alianza diplomática. Es una reorganización estructural del comercio global, con implicaciones profundas para la logística, las cadenas de suministro y las rutas comerciales. América Latina aún está a tiempo de integrarse a esta nueva arquitectura. Y para lograrlo, la logística dejará de ser una herramienta táctica para convertirse en una plataforma estratégica.