El 2026 y los aranceles: ¿cómo queda la logística con el nuevo orden económico mundial?

El 2025, en materia económica, será recordado como el año en que los aranceles volvieron al centro del tablero. La política comercial se convirtió en una herramienta de presión geoeconómica que modificó costos, rutas y tiempos en todas las cadenas de suministro. Lo que antes era una variable técnica hoy define quién puede entregar, quién se retrasa y quién queda fuera del anaquel.
La dinámica del año dejó una señal clara: Estados Unidos volvió a tensar la logística global, manteniendo tarifas estratégicas sobre bienes de origen asiático y emitiendo constantes amagues hacia mercados, como México, que generaban incertidumbre. De hecho, recientemente Estados Unidos extendió hasta noviembre de 2026 exclusiones arancelarias que estaban por expirar, según la USTR.
“Estamos frente a un comercio más impredecible, donde los aranceles dejan de ser un costo y se convierten en una señal. El año próximo, simplemente quien no adapte su logística a tiempo se va a rezagar”, explica Ilan Epelbaum, Director General de Mail Boxes Etc. México.
Esa lectura marca el paso hacia 2026: un año donde la tensión arancelaria ya no será un evento extraordinario, sino el marco permanente que condicionará las operaciones logísticas de México. Las tarifas estadounidenses hacia China —y el efecto dominó que provocan— no solo impactan los precios: también alteran la disponibilidad de insumos, la velocidad de embarques y la capacidad de las empresas para sostener inventarios en un país cuyo comercio exterior depende profundamente de la estabilidad de sus socios.
- El escenario hacia 2026
Para Ilan Epelbaum, todo apunta a que 2026 será un año donde cada decisión logística requerirá mayor anticipación. El especialista señala que los operadores deberán considerar que los costos de importación podrían variar con poca advertencia; que un contenedor retrasado puede generar una cadena de incumplimientos; y que la relocalización productiva será una necesidad latente para reducir la dependencia de insumos asiáticos.
Si a eso se añaden inspecciones más estrictas, ventanas de internación más cortas y mayor congestión en aduanas, la logística mexicana en 2026 tendrá que operar con márgenes de error más reducidos que nunca.
“En este nuevo tablero, la pregunta no es si habrá cambios arancelarios en 2026, sino qué tan rápido podrán adaptarse las cadenas mexicanas cuando estos ocurran. Los acuerdos bilaterales, las amenazas de nuevos ajustes y el discurso comercial estadounidense seguirán marcando la agenda. Las empresas que dependan de un solo origen o de un único calendario enfrentarán más riesgo que aquellas que diversifiquen, adelanten y planifiquen de manera estratégica”, añade Epelbaum.
El director de Mail boxes Etc, además, identifica tres movimientos concretos que las empresas deben abordar desde este cierre de año:
- Anticipar embarques críticos. Los tiempos de internación podrían ser más sensibles. Adelantar pedidos permitirá absorber retrasos sin comprometer inventarios.
- Diversificar orígenes y rutas. No se trata de abandonar Asia, sino de no depender exclusivamente de él. Un portafolio más amplio de proveedores reduce la exposición arancelaria.
- Planear inventarios más cercanos al consumidor. En un entorno volátil, la distancia física es riesgo. Acercar producto permite cumplir promesas de entrega incluso si la aduana o el puerto se saturan.
El próximo año exigirá a las empresas mexicanas un nivel distinto de madurez operativa. La tensión arancelaria no desaparecerá; al contrario, seguirá moldeando precios, rutas y calendarios.
La diferencia entre crecer o rezagarse estará en la capacidad de leer este nuevo orden económico y ajustar la logística antes de que los cambios se materialicen. Sobre todo, en un mundo donde los aranceles ya no se anuncian: se sienten.